PADRES

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UNA MADRE Y UN PADRE DE PREMATURO SERÁN PADRES DE PREMATURO TODA LA VIDA…
Aunque el bebé tenga bigote y 40 años será imposible olvidar la incertidumbre a pie de incubadora, los pinchazos y vías que duelen más en piel ajena que en la propia, los pitidos de la UCI… Ese pellizco en el estómago que hacia contener la respiración cuando la saturación marcaba por debajo de 92%, cuando el termómetro superaba 37.2 o cuando te encontrabas a tu bebé con un cable nuevo puesto….
Y es que, después de pasar por todo eso, para la madre y el padre de un prematuro una tos es (en su mente) una potencial neumonía, un estreñimiento una obstrucción intestinal y unas décimas una terrible infección. Somos así…

Es tentador sobreproteger. ¡Que no les dé ni el aire! Pero el miedo solo te hace esclavo del dolor y a ellos criaturas inseguras. No se lo merecen. Estos guerreros que supieron plantarle cara a la vida y a la muerte deben crecer como lo que son: personas fuertes y valientes, claros ejemplos de tenacidad y ganas de vivir, así que en algún momento hay que guardar los botes de desinfectante, el esterilizador y el termómetro para acompañarles sin cortar las alas aunque por dentro desearías forrar el mundo de gomaeva para ellos.

Las cicatrices están ahí: la de la cesárea en tu vientre, la de las vías en sus manos, las de la operación en su barriga y las del alma en tu corazón pero gracias a esas cicatrices la vida se abre camino. Son los tatuajes de vuestra historia, la que se inició corriendo en una sala de parto, continuó con esperanza dando la espalda a una incubadora y que prosigue hoy…

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